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4 poderosas acciones para cultivar tu ser

  • Foto del escritor: Isa Correa
    Isa Correa
  • 20 oct 2019
  • 3 Min. de lectura

Así como las plantas viven un proceso de germinación en su semilla, los seres humanos también lo vivimos, a mi modo de ver vivimos dos procesos: uno biológico y uno espiritual.

4 poderosas acciones para cultivar tu ser

Desde el biológico vivimos un proceso que en promedio tarda 9 meses donde poco a poco se va formando nuestro cuerpo físico y en el que dependemos al 100% del amor y cuidados de nuestra mamá y de nuestro papá.


Al nacer se materializa esa germinación, y tenemos presencia en este mundo físico y poco a poco comenzamos a interactuar con él y con todo lo que nos rodea.

Por otro lado, tenemos una germinación espiritual. Ésta a diferencia de la biológica no sucede en el tiempo cronos, si no en el tiempo #Kairos, es decir, que en cada uno de nosotros es diferente y que no existe una medida que permita determinar una escala de tiempo.


Así como en el proceso biológico los cuidados de nuestra madre fueron el escenario para que pudiéramos nacer, en el proceso espiritual también hay una protagonista, yo la llamo consciencia. E interpreto como consciencia a ese conocimiento de mi misma, esa capacidad que tengo de conectar con mi esencia, reconocer mi visión interior y de emprender acciones hacia el único propósito con el que nací: #SerFeliz.


Y como en todo proceso la semilla la debemos cultivar. Te preguntarás ¿cómo hacerlo? Yo te diría que caminos hay muchos, en estas líneas te comparto el que la vida me ha ido mostrando:


  1. #Autoobservación: observa tus pensamientos, ellos construyen las emociones que sientes, y también observa tus comportamientos, son el resultado de las emociones en las que danzas. Observa tus creencias, esas verdades que has tomado como absolutas y que muchas veces limitan tu actuar, como por ejemplo aquella en la que absurdamente caemos de “Yo soy así, y así me quedaré”. Observa las situaciones poco fáciles de tu vida, detente a reflexionar un instante qué has aprendido de ellas y quizás encuentres hoy muchos más aprendizajes de los que ya habías identificado. También recrea los momentos de éxito, ¿qué hiciste para alcanzarlos? y ¿cuáles de esos aprendizajes hoy sigues aplicando en tu vida?

  2. Decisiones de acción: “Más vale una pequeña acción, que una gran intención". He aprendido que el amor es la unidad de dos, tú y tu esencia; así que la primera decisión de acción es hacer equipo contigo mismo. Ámate por sobre todas las cosas. Nacimos con la libertad para elegir, podemos elegir qué abono damos a esa semilla: tristeza, rabia, rencor, desesperanza o, por el contrario, le damos alegría, confianza, compasión, valentía. Cada día en la mañana define un objetivo que te conecte con tu propósito, una pequeña acción que te lleve un paso más delante en eso que deseas alcanzar.

  3. Persistencia serena: ante todas las preguntas que te surjan en este camino ten la certeza que la respuesta siempre es el amor. Sin importar lo que esté sucediendo afuera creo que la mejor amiga de la persistencia es la certeza, sentir la certeza de que todo lo que hago para cultivarme es para que mis ojos vean con amor, mis oídos escuchen con amor, mi boca hable con amor, mi corazón lata con amor, porque todo lo que doy regresa a mí y porque solo desde esta vibración tendré la capacidad de vivir mi vida con #propósito.

  4. Compartir desde el ejemplo: si bien el proceso de cultivarse es único en cada persona, creo que compartir lo aprendido es muy poderoso y puede generar escenarios de consciencia para otros. Sin embargo, no es desde lo verbal a lo que me refiero, las personas se impactan más con las acciones, es decir que lo que llama la atención no es lo que digo, es lo que hago: Lo que los otros observan en nuestras acciones es lo que se vuelve fuente de inspiración para los demás.

Cultivarnos puede ser un proceso poco fácil dado todo el ruido mental (nuestras creencias) y el emocional que hacemos, pero una vez que logramos trascender esto y nos conectamos con nosotros mismos, con la divinidad que nos habita ¡florecemos!

Entonces, entramos en una primavera eterna en la que vivimos desde el ser, nos mostramos tal cual somos, podemos abrazar nuestros miedos, hacer lo que nos gusta y apasiona transformado el entorno en el que habitamos, dejando un legado de amor.


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